Victoria
Santa Cruz - "La Cultura Negra hecha Mujer"
Su nombre completo es
Victoria Eugenia Santa Cruz Gamarra, y sus primeros pasos los dio en las calles
del tradicional distrito de La Victoria, donde nació el 27 de octubre de 1922.
Hija de Nicomedes Santa Cruz
Aparicio y Victoria Gamarra, se inició en el mundo de las tablas con el grupo
Cumanana (1958), junto a su hermano menor Nicomedes Santa Cruz Gamarra, famoso
decimista y poeta. Becada por el gobierno francés, viajó a París para estudiar
en la Universidad del Teatro de las Naciones (1961) y en la Escuela Superior de
Estudios Coreográficos. En esta última destacó como creadora y diseñadora del
vestuario de la obra El retablo de don Cristóbal, de Federico García Lorca, y
en La rosa de papel, de Ramón del Valle Inclán.
"La
composición musical es, para ella, como un hábito inseparable, la coreografía
es el adorno de su imaginación y el amor por la cultura negra en el Perú, un
oxígeno que le ha permitido vivir como quiso".
Victoria
se convirtió en una verdadera heroína del arte negro peruano, ese espíritu
defensor le viene justamente del entorno familiar que le supo inculcar el ritmo
desde la vida cotidiana.
En
una entrevista televisiva de hace algunos años, Victoria contó que mientras
esperaban el almuerzo de su madre, ella y sus hermanos se entretenían golpeando
la mesa, inventando ritmos inusuales. Entre plato y plato el arte surgía desde
el juego fraternal.
Tuvo
diez hermanos, entre los que destacaron Rafael, torero de gran clase, que
muchos conocieron como “La maravilla negra del toreo”; Nicomedes, el eximio
decimista y estudioso del folclore afroperuano como ella; y César, músico y
compositor.
Pero su camino profesional empezó reciamente en los
escenarios que iluminó el grupo de danza y teatro Cumanana, que había creado su
hermano Nicomedes en 1957. Dos años después, ya participaba como codirectora
del grupo, compartiendo horas de creación y talento junto con su hermano menor
(por tres años), quien siempre la sorprendía por su natural maestría en el arte
de la décima.
Dejó
Cumanana en 1961, allí había colaborado en la investigación musical y en la
recuperación de las raíces africanas del folclore negro peruano. Su alejamiento
se debió a que fue becada por el Gobierno Francés para seguir estudios
especializados. Victoria
recordará siempre que en ese grupo pudo desplegar su genio artístico, como
cuando creó el hermoso musical ‘Callejón de un solo caño’, en el que hizo
prácticamente de todo: composición musical, dirección escénica, coreografía,
hasta el diseño y la confección del vestuario.
Hacia
Europa
Antes
de cumplir los 40 años, la ‘Ciudad Luz’, París, la acogió y allí estudió en la
Universidad del Teatro de las Naciones y en la Escuela Superior de Estudios
Coreográficos.
Pocos
saben que es una degustadora de la moda. Pero este conocimiento no le llegó del
cielo, ella se preparó a lo largo de la década de 1960 en el Viejo Continente;
participó allí en el diseño del vestuario para la puesta en escena de muchas
obras como ‘El retablillo de don Cristóbal’, de Federico García Lorca, una farsa
para guiñol en un acto de 1930; y destacó también en la creación de la
vestimenta de ‘La rosa de papel’, que Ramón del Valle Inclán había escrito en
1924.
La
travesía europea fue clave en la vida de Victoria, la centró, la ubicó en el
mundo del arte, y poco a poco fue reconociendo sus orígenes, así como la gran
riqueza de la cultura negra del Perú. Regresó al país con una fuerza creativa
impresionante y pensó de inmediato en hacer algo grande, para ello necesitaba
una compañía propia. Entonces
fundó en 1968 Teatro y Danzas Negras del Perú, comenzando una nueva etapa del
estudio de la cultura negra en nuestro país. El elenco se presentó en todos los
teatros nacionales e inundó de color y ritmo la joven televisión peruana.
Con
su talentoso grupo nos representó en los festejos de los Juegos Olímpicos de
México 1968; en esa ocasión los danzantes peruanos obtuvieron una medalla y un
diploma por su impecable labor.
La década de 1970 se inició con una serie de giras en diversas
localidades de los Estados Unidos; bien pudo quedarse a radicar en esos lares,
con todas las comodidades del caso, pero su espíritu solidario la llevó al
retorno, consciente del trabajo que debía hacer en la tierra que le vio nacer.
De
esta manera, el regreso al Perú no fue en vano, la nombraron directora del
Centro de Arte Folclórico. Esos años fueron de gran productividad artística.
Victoria participó brillantemente en el Primer Festival y Seminario
Latinoamericano de Televisión en 1970, que organizó la Universidad Católica de
Chile, donde recibió el premio como la mejor folclorista. Al año siguiente,
1971, fue invitada por el Gobierno Colombiano al Festival de Cali, donde hizo
sentir que las raíces negras de la región no son patrimonio de un solo país
sino de muchos.
Con
esa estirpe de defensora de la identidad cultural en el país, el Gobierno de
turno la nombró, en 1973, directora del Conjunto Nacional de Folclore del
Instituto Nacional de Cultura (INC). Su función en ese importante cargo fue
reconocida por tirios y troyanos, puesto que dejó siempre en alto el nombre del
Perú.
Desde
el Perú al mundo
Conocieron
su talento y carácter firme países como Estados Unidos, Canadá, El Salvador,
Guatemala; además de Francia, Bélgica, Suiza y el Principado de Mónaco. En
todos esos lugares las giras que empezaron en 1975 fueron verdaderas
celebraciones a la danza, al arte de la palabra, pero a la vez significaron
demostraciones de un auténtico culto al ritmo ancestral que solo una memoria
con conciencia e identidad puede conservar. Eso lo sabía bien Victoria. Por
eso no se sorprendió de que un buen día el crítico de arte de The New York
Times opinara que el elenco que dirigía era “la mejor y más interesante
compañía de danzas folclóricas que se haya visto en muchos años”.
Estuvo,
pues, en el cargo de directora del conjunto nacional hasta 1982, ya en el
segundo gobierno de Fernando Belaunde Terry. Su febril actividad intelectual la
llevó a emigrar y buscó en la enseñanza y difusión la mejor manera de expresar
su amor por el Perú.
En
Estados Unidos, en la Universidad Carnegie Mellon de la ciudad de Pittsburgh,
Pensilvania, estuvo de profesora invitada en 1982; pasando luego a profesora
asistente de 1983 a 1989; y finalmente profesora vitalicia de 1989 a 1999.
Su
inquietud artística e intelectual no podía apaciguarse, y en los últimos 15
años -radicada en el Perú- ha viajado a dictar talleres de ritmo y teatro en
Nueva York y Connecticut (EE.UU.), invitada por el Teatro Latinoamericano; y en
Europa por el Teatro del Sole, de Italia, ofreciendo su sabiduría en
importantes ciudades como Milán, Ferrara, Módena y Bolonia.
De
toda España, de Madrid, Valencia, Sevilla, Huelva o Tenerife, las invitaciones
de cesaban de llegarle hasta hace pocos años, ya octogenaria. Hasta de Israel
la convocaban para dictar cursos en Jerusalén y Tel -Aviv.
POEMA DE VICTORIA SANTA CRUZ
Una gran mujer, orgullosa de ser Peruana, orgullo de nuestro Perú que dejó el nombre de éste país bien en alto; una mujer emprendedora, que supo valorar lo que Dios le dió, y no digo solamente en el aspecto económico, social, familiar, si no en el de sus orígenes, de su raza; una mujer negra que todo el mundo la conoció, conocieron su talento y carácter firme
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